A finales del 2019 sufrimos el comienzo de una etapa que parecía que solamente podría ocurrir en las películas; el azote de una pandemia puso al mundo de cabeza.
Esta situación dejó entrever que basta de tan solo un virus nuevo para poner a prueba el conocimiento, la tecnología y la creatividad del ser humano para dar solución a nuevos problemas en un tiempo muy reducido.
A pesar de todos los enormes avances tecnológicos, la enfermedad por covid-19 obligó a millones de personas a aislarse en casa, manteniendo contacto con el mundo por medios de comunicación digital, el acceso a internet se convirtió en una necesidad básica y una computadora o dispositivo inteligente se volvió primordial cuando el trabajo y la escuela en casa se tornaron en la única opción viable para evitar contagios.
Derivado de lo anterior, la producción de chips y componentes electrónicos fue absorbida de un solo bocado por la industria tecnológica, dejando a la industria automotriz a un segundo plano.
Llegó el 2021 y con él la buena noticia de que algunas vacunas estaban próximas a cubrir la población mundial, la reapertura económica y por consecuencia la industria automotriz resucitó solamente para darse cuenta qué la producción del año se encontraba limitada con suerte para finales del mismo año debido a la escasez de chips y otros conductores que previamente la manufactura electrónica había consumido.
Microchips: ¿la tecnología nos libera o nos vuelve dependientes?
El tema de los semiconductores nos pone en un dilema. Es innegable que los nuevos avances tecnológicos han logrado que nuestra vida sea mucho más sencilla, pero ¿Realmente todo debe depender de un microchip?
Si el velocímetro puede funcionar con un cable conectado a las ruedas del automóvil para indicar la velocidad del vehículo ¿Es necesario que funcione con un microchip? Si la función de pisar el acelerador para abrir la toma de aire al motor entonces ¿Forzosamente debe de suplir esta función un sensor electrónico de apertura?
Los expertos han señalado que el problema que sufre la industria automotriz estaría dentro de un rango considerablemente menor si los elementos análogos aun formaran parte del catálogo de componentes de fabricación, sin mencionar la fuerte dependencia de las OEMs hacia los fabricantes provenientes de China y otros países de Asía que tienen en sus manos gran parte del mercado que consume este tipo de componentes para fabricar los automóviles que consumimos.
La oportunidad nace en la crisis.
Como ya mencionamos, el mundo tiene una fuerte dependencia de los productores mundiales que en este momento no pueden abastecer a dos industrias que exigen componentes para fabricar sus productos que esperan impacientemente.
Afortunadamente en este plano existen noticias buenas. A finales del mes de septiembre México anunció que ha entrado en conversaciones con Estados Unidos para la coproducción de semiconductores. En este caso particular, México, debido a su cercanía con Estados Unidos, puede ofrecer una reducción del 75 por ciento de tiempo logístico con sus vecinos del norte, así como husos horarios y legislaciones laborales y comerciales compartidas y alineadas al T-MEC.
En resumen. Las nuevas tecnologías han venido a sumar calidad de vida a los que tenemos la dicha de vivir en esta parte del tiempo sin embargo, debemos de aprender a utilizar con mesura los nuevos desarrollos para no ser plenamente dependiente de ello ni de quienes fabriquen dichos insumos. Finalmente, la tecnología está pensada para liberarnos.